martes, 6 de octubre de 2009

HUIDA PARA EL ENCUENTRO


Al Mar

de Alexander Pushkin, poeta ruso del siglo XIX


¡Adiós, libérrimo elemento!

Contemplo por postrera vez

tus olas célicas al viento,

tu hermosura y altivez.


Cual queja triste de un amigo,

como su voz de despedida,

tu imperativo, mustio ruido

por vez postrera se avecina.


¡Límite ansiado de mi alma!

Por tus orillas en tinieblas

tan a menudo yo vagaba,

atormentado por mi idea.

¿Y no amé tu eco acaso,

todo el fragor de tus abismos,

y el silencio al ocaso,

y el arrebato advenedizo?

La barca fiel del pescador

que guardas tú, mar, por antojo,

roza el oleaje con valor,

mas desenfrenas tu enojo

y se hunde en banda la mejor.
No supe, al fin, abandonar

tu orilla inmóvil, aburrida,

ni alegre agradecerte, mar,

y por tus crestas orientar

mi tan poética huida.


Oí tu voz, encadenado,

en vano mi alma se partía:

de una pasión quedé encantado

y no abandoné tu orilla.

No lo lamento. ¿A dónde, es cierto,

quisiera, indolente, ir?

Un solo punto en tu desierto

me admiraría en el vivir.


Oh, mar, conmueve hoy las olas,

el poeta siempre fue tu vate.

Tu imagen fue su distintivo,

tu alma lo forjó sensible,

igual que tú, hondo y sombrío,

también potente e invencible.

Quedó vacío el mundo… ¿A dónde

me llevarías, mar hermano?


¡Adiós, pues, mar! No he de olvidarme

de tu espléndida belleza,

y oiré al caer la tarde

tu voz, fragor que embelesa.

Al bosque, a la llanura hosca,

pleno de ti, me llevo ahora

tus claroscuros, golfos, rocas

y el murmullo de tus olas.


Alexander Pushkin, 1824

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